En estos momentos el Proceso Bolivariano sufre una de las coyunturas más difíciles que le ha tocado afrontar en estos últimos 9 años. La derrota electoral sufrida el pasado 2 de diciembre es una muestra palpable de dicho contexto, a lo cual se le suma la complicada situación internacional que actualmente vive nuestro país (agudización del conflicto con el Estado Delincuente colombiano, el proceso judicial que se esta dando en EEUU contra ciudadanos venezolanos, etc.) producto de la conspiración imperialista norteamericana que no se cansa en atacar los procesos de cambio que vive hoy Latinoamérica.
En este contexto, uno de los principales problemas que está afrontando el pueblo venezolano es el desabastecimiento alimentario. Problema que tiene muchas causas, entre las cuales hay que destacar la existencia de un déficit estructural de la producción de alimentos resultado de la desestructuración de la economía agraria con la aparición y auge de la economía petrolera.
Por otro lado, pese a que se ha dado un incremento en la producción de diversos rubros de la dieta básica gracias a políticas implementadas por el gobierno, producto del aumento y recuperación del poder adquisitivo de los sectores populares, el consumo ha aumentado (en el caso de la leche casi se ha duplicado su ingesta) vertiginosamente, lo cual es una muestra de las mejoras sociales sustanciales que ha garantizado el Proceso Bolivariano.
Sin embargo, una causa principal del actual desabastecimiento alimentario, es el sabotaje político y económico que la oligarquía venezolana está implementando para golpear el estomago del pueblo. Dicha acción criminal la está ejecutando mediante la especulación producida por una carestía ficticia de diversos rubros alimentarios por medio del acaparamiento, el contrabando hacia Colombia e incluso la destrucción de alimentos (es sabido que se ha botado leche en el Lago de Maracaibo).
Frente a esto el año pasado, el Comandante Chávez en el marco de la Ley Habilitante, promulgó una ley contra la especulación y el acaparamiento que busca combatir hasta sus últimas consecuencia este flagelo que desestabiliza la tranquilidad de todo el pueblo. Además de esto tanto el SENIAT como el INDECU han incrementado su accionar para el combate de la problemática sin resultados suficientes.
Dicha situación expresa unas debilidades graves del Proceso Bolivariano, por un lado las instituciones del Estado no son capaces de dar solución plena a problemáticas de la sociedad, como son la inseguridad, la vivienda, el problema alimentario entre otros. Y por otro lado, lo cual a mi entender es más grave, contamos con un débil movimiento popular pequeño, atomizado y desorganizado incapaz de defenderse a cabalidad de las acciones agresivas de la oligarquía y el imperialismo. Este binomio de debilidades debemos prestarle atención, porque si no lo subsanamos, el peligro de un retroceso histórico es inminente.
No podemos aceptar el hecho, que contando con un instrumento legal para combatir el mal de la especulación y el acaparamiento, no se hayan realizado golpes contundentes. Los partidos políticos revolucionarios y los movimientos sociales debemos reflexionar y actuar decididamente frente a este hecho, debemos preguntarnos si la Revolución que ha tenido enorme dificultad para ir solucionado el problema del acaparamiento, está en capacidad de hacer frente a una guerra sucia como la que sufrió la Revolución Nicaragüense en los 80, esto debemos pensarlo.
El problema del acaparamiento alimentario es uno de los múltiples obstáculos que debe enfrentar el pueblo movilizado y consciente, para la profundización del Proceso Bolivariano. Cuando los Consejos Comunales, los Sindicatos, los Partidos, los movimientos sociales estén en capacidad de combatir este problema, podemos decir que el mismo prácticamente esta derrotado. La Democracia Participativa tiene entre sus aristas la defensa popular y el principio de corresponsabilidad es inherente a la misma.
Obviamente esto debe acompañarse con la erradicación de la Impunidad que mantiene libre a los bandidos.
La fortaleza o debilidad del Campo Popular es lo que determinar el ritmo y la permanencia de la Revolución, esto debemos tenerlo muy claro, sin una poderosa organización del pueblo no hay Socialismo de ningún tipo, porque no existen los suficientes hombres y mujeres para construirlo.
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