Por: Miguel Azpurua.
El 17 de julio de 1983 –a dos días de su cumpleaños Nº 85- fallece en Caracas, su ciudad natal, el doctor Gustavo Machado Morales. Hijo de Don Carlos Machado Romero y de Doña María Morales, ambos pertenecientes a lo más acomodado de la “godarría” capitalina; había nacido el 19 de julio de 1898. Disfrutó de una excelente educación y formación en el Colegio Católico Alemán, en el Nacional de Varones, graduándose de bachiller en Filosofía al presentar exámenes finales en la Universidad Central de Venezuela. El 1914 –centenario de la batalla de La Victoria- el joven Gustavo Machado actuó como “Orador de Orden” criticando a Gómez y su régimen, esto bastó para que se ordenara su captura; los hermanos Gavante -esbirros del Gobierno- lo detienen en las inmediaciones de la Plaza Bolívar. Pero su espíritu no hará otra cosa que templarse en las aberrantes situaciones que soportaban los presos, aherrojados y humillados por Nereo Pacheco –cabo de presos- y sus torturas enloquecedoras.
El general –como llamaban a Gustavo Machado- se estrenó como prisionero de La Rotunda, con grillos de 60 libras en los tobillos y su obligatoria pasantía, como preso de la dictadura gomecista, duró 15 meses. Allí se graduará de revolucionario y de enemigo de los caudillos, compartió la ergástula con Ramón Delgado Chalbaud, Casimiro Vegas, Juan Uslar, Zoilo Vidal y Jacinto Añez, entre muchos. Observó como el almirante Delgado formaba “Gobiernos” dentro de la cárcel, y pudo comprobar que cualquiera de ellos solo aspiraba a tumbar a Juan Vicente Gómez, para colocarse en el poder a fin disfrutar de sus prebendas, sin ocuparse de los problemas que acogotaban a Venezuela; con su secuencia de generales tras generales, en la Presidencia del país, que comenzó con el centauro José Antonio Páez.
No mas recobra la libertad comienza a conspirar Gustavo con los jóvenes oficiales del Ejército, el capitán José Rafael Pimentel y los hermanos Badaraco y Parra Entrena, y se complotan en enero de 1919, pero la insurgencia es delatada por el teniente Agustín Piñero y la mayoría fueron detenidos y brutalmente torturados y la cabeza de Gustavo Machado puesta a precio. Se oculta en haciendas de su familia hasta que se embarca con Pedro Zuloaga hacia Curazao, saliendo de un punto del litoral; el viaje costó 12 mil bolívares, una pequeña fortuna en aquellos tiempos. Sale casi inmediatamente hacia Estados Unidos, estudia en Harvard y Cambridge, hace de transcriptor en una tenería y se relaciona de manera muy especial con el férreo revolucionario y patriota puertorriqueño Pedro Alvizu Campos; su hermano mayor lo llama desde en Viejo Mundo y, cambia de ambiente, se marcha a París, allí retoma sus estudios de Derecho en La Sorbona; graduándose en 1924 en unión de Salvador de la Plaza y Pedro Zuloaga.
El 8 de junio de 1929, conjuntamente con Rafael Simón Urbina y 39 hombres más, armados solo con machetes, toman el Fuerte Ámsterdam, en Curazao; se apoderan de la motonave “Maracaibo” y con las autoridades holandesas en calidad de rehenes, se enrumban hacia el puerto La Vela, en el estado Falcón; en llegando se traban en fieros combates contra las tropas del Gobierno. La odisea continuará por unos dos meses, luchando en las serranías corianas, hasta que el hambre, la sed, la falta de parque y la desorganización acaban con los expedicionarios; muchos mueren en la lucha, otros fueron a parar a las cárceles del dictador Juan Vicente Gómez; Machado y Urbina, consiguen llegar a Colombia, trasladados en un vehículo de los hermanos Smith.
Volverá –una vez más- en 1944, a la lucha política y social. Pero necesario es abreviar –su vida intensa y extensa no se puede reseñar en pocas cuartillas-, en plena “Democracia”, es por enésima vez hecho preso por instrucciones expresas del entonces Presidente Rómulo Betancourt; pasará casi cinco años en el Cuartel San Carlos, siendo allanada su inmunidad parlamentaria – sin auto de detención, ni proceso alguno-, pisoteados sus derechos, siempre con la frente en alto sin claudicar en sus principios, ni sus compromisos con la revolución y el socialismo. A su salida de la mazmorra, 21 de mayo de 1968, tuvimos el honor de conocerlo en una charla que dictó en la Universidad Central.
Repetimos: murió el 17 de julio de 1983, y fue indudablemente el último “doctor y general” que existió en Venezuela.
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