Se siente próxima la libertad de Roque Gonzáles, acusado de ser bolivariano. Se desvanecen los turbios argumentos que suministró el venal sistema de inteligencia a la prensa farisea y al poder judicial para encerrarlo y estigmatizarlo. Queda para la historia y registro útil a las generaciones venideras, qué clase de periodismo se hace en el Perú después de la larga noche dictatorial. Queda también demostrado que la supuesta "independencia" del poder judicial no existe.
El poder ejecutivo coactó al judicial para armar un escándalo que únicamente podía beneficiar al gobierno aprista con una cortina de humo. El oscurantismo heredado, se mantiene. Esa misma oscuridad continúa tras tres gobiernos que juramentan con la diestra o la siniestra sobre la Constitución del dictador Alberto Fujimori y su asesor Valdimiro Montesinos. Tres gobiernos que son sucesores legítimos del fascismo fujimontesinista, se pintan de democráticos, pero persiguen a quienes piensan diferente. Roque Gonzáles es víctima del continuismo, autoritarista y corrupto, en su versión escoria: el segundo mandato presidencial del genocida Alan García Pérez.
Parece que la prensa amarilla como los servicios de inteligencia, ambos aliados en su supuesta lucha "antiterrorista" , ya se han percatado de que las protestas populares que sacuden de frontera a frontera a nuestro país, no son producto de ideologías ni de organizaciones subversivas ni de campañas generadas por el gobierno bolivariano de Venezuela. También se desvaneció el argumento de la imaginaria infiltración de las FARC colombiana en nuestro territorio. Todavía les queda a los sanchopancescos congresistas una ubre de la cual succionar el presupuesto nacional: la investigación de las casas del ALBA. ¿Algún periodista postmoderno y elemental se ha dedicado a investigar a la Comisión Investigadora de las Casas del ALBA? ¿Sabe si el presupuesto de esa comisión parlamentaria realmente se justifica? Es la misma pregunta que le haríamos a los que fustigan e interrogan a Roque Gonzáles en cada etapa procesal. La justicia no pueden ejercerla analfabetos funcionales, atrofiados apolíticos, desinformados compulsivos.
Y si no se trata de profesionales mediocres, podemos intentar otra interpretació n: a sabiendas de que el acusado es inocente, han echado a andar un largo proceso que le cuesta al Estado, que moviliza a la prensa color pus, que preocupa innecesariamente a la ciudadanía sobre supuestos rebrotes "terroristas".
Si a sabiendas se hizo toda esta charada, es peor aún la culpa. El baile de máscaras está pronto a terminar y la libertad de Roque Gonzáles está más cerca que nunca. Ya no es útil su sombra encarcelada para la campaña psicosocial de disuación masiva. Más bien se comienza a tornar en molesta rémora contra lo poco que le queda de prestigio a un gobierno de ladrones y traficantes. Paradojas de la política criolla, muladar del cual la cúpula del APRA es un componente básico: Rómulo León Alegría está prófugo por la voluntad y gracia de sus "compañeros" apristas y socios de corruptelas.
Agustín Mantilla, forjador del comando paramilitar Rodrigo Franco y beneficiario de las arcas de Vladimiro Montesinos, está libre. Remigio Morales Bermúdez, traficante y mafioso aprista, está libre y sin proceso. Luis Giampietri, el asesino de presos políticos heridos o rendidos en El Frontón, es vicepresidente del actual gobierno. Roque Gonzáles, en cambio, sigue preso sin haber cometido delito que lo justifique. Llamamos a todas las personas honestas de esta Patria hermosa a movilizarse por la pronta liberación de Roque. Vivimos en un país en el cual ser honrado es sospechoso. Peor aún si los honestos eligen a Túpac Amaru, Bolívar, Martí o a Mariátegui como sus arquetipos. Por elegirlos no nos convertimos en sujetos de crédito financiero, ni ganamos el derecho a una decorosa jubilación, sino todo lo contrario. La carcelería inmerecida que hoy padece Roque Gonzáles debe terminar ahora.
Se supone que en el Perú no existe el delito de opinión ni la persecución por ideas.
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