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GRAN GUERRA PATRIA, LOS PATRIOTAS ESPAÑOLES Y RADIO MOSCÚ

En todo calendario ruso, el 9 de mayo aparece de rojo, como el Día de la Victoria. Para nuestro pueblo, esta es la fecha mas memorable de todos los hechos del siglo XX: la derrota del fascismo hitleriano en la que la URSS hizo una porte decisivo. Ello es sabido en todo el mundo, y entre ellos los españoles. Les invitamos a escuchar las notas del periodista Igor Kudrin, quien durante 10 años trabajó como corresponsal nuestro en Madrid.

Cierta vez me encomendaron, entonces un joven reportero de radio Moscú, entrevistar al conocido pintor ruso Borís Korzhevski. Durante algunos meses había trabajado en Cuba y, al término de su visita creó mas de 60 lienzos que versan sobre el país y sus habitantes. Después de aquella conversación, Boris me regaló un libro con reproducciones de sus trabajos que comencé a estudiar inmediatamente. El retrato de un joven demacrado, a todas luces europeo, llamó mi atención. “Es el poeta español Marcos Ana, a quien conocí en la Isla”, me explicó el pintor. Marcos Ana, siendo todavía un mozalbete optó por defender la república, resultó herido, cayó prisionero y fue condenado al paredón. Un tribunal franquista lo indultó dado que era un joven y lo arrojó a la cárcel donde pasó 23 años.
Transcurrieron 5 años, y encontrándome en Madrid como corresponsal tuve que cubrir cierta vez una conferencia internacional, a cuya tribuna subió una persona delgada y de cierta altura. Sus rasgos me sugerían a alguien, y de pronto recordé el retrato de Korzhevski. Después de la sesión me acerco al orador. “Gusto de saludarlo Marcos Ana”. Me miró con extrañeza pues lo saludaba un extranjero desconocido que es mas, lo llamaba por su nombre. Y yo le cuento la historia de como lo había conocido a distancia.

El pintor me había contado de manera breve, pero exacta la biografía del poeta. No sabía solamente que, en realidad, el personaje de su lienzo se llamaba Fernando Macarro. Marcos era el nombre de su padre, quien enloqueció al enterarse de la sentencia dictada contra su hijo. Y la madre se llamaba Ana. La buena mujer murió junto a los muros de la cárcel en la que Fernando desfallecía entre rejas. El poeta, al enterarse de que trabajo en radio Moscú me contó una interesante historia. Cierta vez, después de una tanda mas de interrogatorio, exhausto y sangrante lo arrojaron a una celda de la tristemente conocida cárcel de Carabanchel. No recuerda cuanto tiempo estuvo sin conocimiento sobre el piso, hasta que, en un momento sintió que por debajo de de la puerta de la celda le hacían llegar una tarjeta. A duras penas pudo leer en la semioscuridad. “Los rusos derrotaron a los fascistas en el Volga. Hitler tiene los días contados. Resiste como los héroes de Stalingrado…”. Desde entonces que de vez en cuando recibía Marcos Ana tales mensajes lacónicos pero que le acariciaban el alma. Mas tarde se enteró que uno de los guardianes que simpatizaba con los republicanos escuchaba por las noches las noticias desde Moscú en español, las que luego exponía oralmente o, en tres líneas en un papel que entregaba a personas de su confianza. Marcos Ana, quien había cruzado las puertas de la cárcel a los 19 años y la abandonó solamente a los 42 reconocerá mas tarde que, “las noticias que me hacían llegar ustedes eran para nosotros como bocanadas de aire puro. Ellas me daban, junto a mis camaradas en desgracia fuerzas y generaban esperanzas de vida…”.

En Madrid también, a principios de la década del 80, la casualidad me llevó a conocer a José María Bravo. Junto con sus amigos, miembros de la Asociación de Pilotos Republicanos, visitaba regularmente un café de esa capital, que sus colegan denominaban su “cuartel general”. Conversando tazas de café o copas de vino resolvían sus problemas e hilvanaban recuerdos. Yo escribía sus relatos que mas tarde eran transmitidos por Radio Moscú. Lamentablemente, las grabaciones hechas con la técnica de aquellos tiempos no se conservan. Entonces me enteré que había realizado estudios en la Escuela soviética de pilotos y, mas tarde, en cazas soviéticos junto con amigos soviéticos había protagonizado combates aéreos en los cielos de España. El lugar de los que perecían eran ocupados por ases no menos intrépidos. Después de la derrota de la República, algunos vinieron a dar a Moscú e inmediatamente pidieron ser enviados al frente. Así, unos continuando volando y derribando bombarderos fascistas. Otros integraban destacamentos guerrilleros con los que atacaban convoyes nazis y hacían volar por los aires trenes con armas y soldados enemigos. Cientos de españoles combatieron valientemente en distintas unidades del Ejército Rojo. Recuerdo como se enorgullecían por los títulos y condecoraciones soviéticas Francisco Meroño, autor de unos cuantos libros, entre ellos las Memorias, titulada “Así como fue”, y Antonio García Cano. Ellos me hablaron de su amigo Luís Lavin, uno de los tantos niños españoles que fueron traídos a la URSS para salvarlos de los horrores de la guerra civil. Al comienzo de nuestra Gran Guerra Patria tenían tan solo 16 años. Sin embargo, dos años mas tarde se incorporó a las contiendas aéreas.

Durante las conversaciones en ese café, los veteranos pilotos recordaron de pronto que su interlocutor era un corresponsal soviético que tenía relación con la radio. “Nosotros escuchábamos Moscú en el idioma natal en distintos puntos de Rusia y en toda Europa”, me contaba José Bravo (en foto). Es cierto que, como comprenderás, lo que menos teníamos era tiempo libre, pero cuando teníamos la posibilidad y un receptor a mano, inmediatamente sintonizábamos las ondas amigas. Y es nos informábamos no solo de la marcha de los combates contra los fascistas en todos los frentes, sino también de la deplorable situación en nuestra patria…”.

El 9 de mayo de 1995, junto con José y sus camaradas viajamos a las afueras de Madrid, donde en la fosa común de un viejo cementerio dormían el sueño de los justos y los valientes mas de un centenar de militares rusos que habían caído y perecido por la república española. Depositaron flores, alzaron una copa de Rioja en recuerdo de los héroes. Mas tarde, en la recepción organizada en la embajada de Rusia, muchos de ellos fueron distinguidos con la medalla conmemoratoria en homenaje del cincuentenario de la Victoria sobre el fascismo. El primer brindis que pronunciaron al unísono los veteranos de pronto rejuvenecidos fue el siguiente: ¡Por nuestra victoria común!
Hasta aquí las notas del periodista Igor Kudrin.

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