Uno de los casos que más han conmovido a la opinión pública internacional en los últimos meses, es la difícil situación que vive actualmente la política colombo-francesa Ingrid Betancourt, cautiva hace más de 5 años por la FARC-EP. Miles de personas y personalidades relevantes en diversas partes del mundo se han solidarizado con esta mujer, la cual al parecer está también muy enferma, corriendo su vida peligro de no recibir una atención médica cuanto antes.
Debo decir de antemano que me solidarizo con el sufrimiento de Ingrid y sus familiares. Pero hay un elemento que me ha causado no poca molestia, y es el hecho de que por ser este personaje un representante de la élite política de Colombia, eso sin contar que un hermano de su esposo es un alto funcionario de la cancillería francesa, ha recibido toda la cobertura mediática necesaria para sensibilizar a millones de personas, mientras que ella ni es la única retenida, ni la única víctima del conflicto colombiano, ni la única persona que en el mundo sufre, pero muchos sólo exigen ¡Libertad para Ingrid!, ¡Derechos Humanos para Ingrid!.
Pues esta es una muestra más de la hipócrita moral burguesa, en la cual sólo los ricos sufren y son los que tienen auténticos derechos ajenos al pueblo. En este sentido aplaudo la posición sensata y sincera de la senadora Piedad Córdoba, quien si bien es cierto ha insistido por la libertad de Betancourt, también se ha pronunciado por los otros retenidos y por la libertad de los presos políticos del Estado Terrorista colombiano. Esta parlamentaria no ha temido en pedir también un trato humanitario para Simón Trinidad y ha pedido la libertad de Sonia y unas compañeras en mal estado de salud que fueron cruelmente apresadas después de haber llevado las pruebas de vida de muchos retenidos de las FARC-EP.
Los pueblos deben recordar que el conflicto colombiano ha tenido miles de víctimas, a las cuales debemos rendir a cada una, profunda solidaridad. Los pueblos deben recordar que existen hoy muchos retenidos en todo el mundo que son inocentes, que su crimen ha sido luchar por los desposeídos, por la soberanía de sus países.
¿Quien se acuerda de los miles de presos sin juicio en las cárceles de guerra en Irak y Afganistán? ¿Quienes se movilizan por la liberación de los miles de presos palestinos por el Estado Sionista? ¿Quién se solidariza por los miles de comunistas apresados en diversos países de Europa Oriental? ¿Quién siente en el alma las torturas en Guantánamo? ¿Quiénes manifiestan por los cientos de mapuches apresados por el “gobierno socialista” chileno? ¿Quiénes sufren las atrocidades contra el paramilitarismo? ¿Recuerdan a los 5 cubanos presos en USA? ¿Quién repudia la prisión perpetua que sufren activistas norteamericanos como Mumia Abu Jamal y Leonard Peltier? ¿Quiénes claman por la libertad de nuestro compatriota Ilich Ramírez “Carlos”, prisionero del imperialismo francés?
Lo cierto es que debemos ser solidarios con todas las víctimas de la guerra, con todas las víctimas del imperialismo, debemos pedir libertad para todos los presos políticos del Imperio.
Y si bien Ingrid Betancourt debe ser liberada porque posiblemente tiene hepatitis B y leishmaniasis, no olvidemos que en los últimos tiempos hasta 600.000 niños africanos han muerto en un año por paludismo, ¡manifestémonos también por ellos!, no dejemos que los medios nos muestren una sóla cara de la realidad.
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