El Gobierno cubano calificó de 'genocida' y 'criminal' la acción militar aérea desarrollada hoy en Gaza por el Ejército israelí que ha causado la muerte de al menos 225 personas y ha dejado a otras 750 heridas. El Gobierno cubano manifestó a través de un comunicado su 'profunda indignación' por 'la noticia sobre el ataque aéreo masivo perpetrado por Israel en Gaza'.
'Esta criminal operación militar, la más sangrienta ejecutada por Israel contra el pueblo palestino, ocurre en medio del ilegal bloqueo impuesto por el Gobierno israelí en los últimos 18 meses contra la Franja de Gaza, dirigido a aniquilar y rendir por hambre y enfermedad a la población palestina', agrega.
Asimismo, expresa 'su más enérgica condena a este acto genocida del Gobierno de Israel, que viola los más elementales principios del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas'.En el comunicado, La Habana llama a la comunidad internacional a 'condenar esta masacre y a movilizarse para exigir el cese inmediato de estos ataques contra la población civil palestina'. Además, 'reitera su solidaridad y apoyo inquebrantable con este sufrido y heroico pueblo'.
De acuerdo a fuentes médicas, los ataques aéreos han dejado al menos 280 muertos en Gaza durante la jornada, aunque los servicios de emergencia siguen buscando entre los escombros, lo que, sumado al alto número de heridos, algunos en estado grave, hace temer que el número de fallecidos aumente en las próximas horas.
CUBA SOCIALISTA CALIFICA DE GENOCIDIO LA MASACRE CONTRA EL PUEBLO PALESTINO
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¡COMUNISMO O CAOS!
1.- LA IMPORTANCIA DE LAS CONSIGNAS
Las consignas, los eslóganes y las frases breves y contundentes, directas, que van a la raíz de los problemas históricos, siempre han tenido una importancia clave en la historia de las luchas humanas, sobre todo de las luchas de las gentes explotadas. Ello es debido a que las gentes explotadas hasta la última gota de sudor carecen de los medios materiales e intelectuales necesarios para conocer a fondo las razones de su malestar y las formas de combatirlo y superarlo históricamente. Sin apenas tiempo libre para desarrollar su propio pensamiento crítico, sin conocimientos o con pocos conocimientos porque desde la infancia se les ha impedido la lectura, el estudio, el debate colectivo, sin acceso a buena información porque la censura político-cultural y la propiedad privada de los medios de educación y de prensa, todo esto, por resumirlo, hace que estas gentes aplastas puedan conocer las razones objetivas que la situación que padecen.
Siendo esto cierto en lo general, es problema es aún más grave cuando estudiamos la mecánica diaria, la rutina insufrible de las clases trabajadoras que deben dedicar el poco tiempo libre y propio disponible a recuperar su fuerza psicosomática de trabajo, a recuperarse del cansancio físico y del cada vez mayor agotamiento psicológico, nervioso y hasta emocional determinado por las nuevas formas de explotación de la fuerza de trabajo. De este modo, el escaso tiempo libre y propio disponible es devaluado en simple tiempo de recomposición y de recuperación, de escapismo ante la televisión o con charlas y lecturas anodinas sobre deportes u otras “preocupaciones” inducidas por el sistema capitalista, cuando de simple y urgente descanso. Peor lo tienen las nuevas franjas trabajadoras precarizadas al máximo, dominadas por la incertidumbre e inseguridad por el futuro mediato y hasta inmediato, necesitadas de un reciclaje técnico casi permanente para responder a las crecientes exigencias tecnológicas por no hablar de las personas asalariadas de edad madura, cogidas entre las generaciones jóvenes y el deterioro imparable de su fuerza psicosomática de trabajo, a la espera de una prejubilación que les garantice un retiro algo superior a las prestaciones por desempleo de larga duración.
La situación empeora cuando esta clase trabajadora pertenece a un pueblo nacionalmente oprimido, con muchas o todas las dificultades impuestas por el invasor no sólo para conocer y practicar su lengua, sino también para recuperar su pasado, estudiar sobre su presente, para disponer de los medios básicos para conocer sus problemas porque tiene que depender de los informes, estadísticas, proyectos y decisiones dictadas por Estado dominante, y sobre todo decidir sobre qué futuro quiere tras saber qué necesidades tiene. En estos casos, poder ocupante multiplica exponencialmente las dificultades de la clase trabajadora de la nación oprimida. Por último y para presentar el cuadro completo, el panorama es ya desolador cuando son mujeres trabajadoras de la nación oprimida, dominadas por el poder extranjero más la propia burguesía colaboracionista, más el sistema patriarca-burgués tanto general como el que existe en su misma nación. Las mujeres trabajadoras de las naciones oprimidas tienen, por todo ello, son las que más dificultades tienen para desarrollar una visión crítica de su realidad.
Es por esto que el marxismo comprendió bien pronto la valía de las consignas. Fue Lenin el que mejor teorizó a finales del siglo XIX y comienzos del XX el sistema de concienciación que integra a los agitadores, propagandistas y teóricos desde una misma acción sistemática de pedagogía revolucionaria en y sobre todos los problemas cotidianos de las masas explotadas. El “¿Qué hacer?” de Lenin sigue siendo, en este sentido, imprescindible. Es verdad que todavía su autor no había podido acceder a textos marxistas clásicos, y que incluso tardaría algunos años más en desarrollar otras teorías fundamentales, pero en el tema que ahora tratamos sus precisiones sobre las diferencias e interacciones entre agitadores, propagandistas y teóricos siguen siendo válidas. Sobre todo es tal actual como entonces, y como siempre dentro del capitalismo, su insistencia en que las y los revolucionarios debemos estar presentes y actuar en todos los problemas existentes, en todas las movilizaciones y luchas por pequeñas que sean, y que tenemos que saber estudiar a fondo, teóricamente, todas las opresiones, explotaciones y dominaciones que existen en el capitalismos.
Desdé esta perspectiva, el valor de las consignas proviene del hecho de que sintetizan en muy pocas palabras los objetivos históricos por los que lucha el movimiento revolucionario, y lo hace tras descubrir la lógica de las contradicciones sociales, de los problemas y de las trabas a las que se enfrentan las mujeres, las naciones y las clases, así como, y muy especialmente, elaborar en base a muchas experiencias y lecciones las consignas convenientes a casa problema. Las consignas serán dichas y repetidas, popularizadas y divulgadas por todos los medios de prensa revolucionarios y también, aunque menos y dependiendo de los casos, por los medios democráticos y progresistas, y también por los reformistas. Serán los propagandistas y agitadores quienes sepan llevar en sus niveles específicos esas consignas a las masas, a los sujetos implicados en las luchas concretas, en los actos y en los debates, explicándolas, concretándolas y relacionándolas con las luchas concretas, mostrando los lazos prácticos que les conexionan con las luchas que se realizan. Serán, a otro nivel, los teóricos los que hagan una tarea más sistemática, profunda e interrelacionada sobre las consignas, integrándolas en los grandes problemas sociales y en la perspectiva sociohistórica general.
Los y las revolucionarias, las militantes deben saber compaginar los tres niveles, el de agitación, propaganda y teoría, y deben además aprender a expresarse al nivel de las masas con las que viven y luchan. Si bien los modernos sistemas de comunicación, desde Internet hasta los teléfonos móviles, pasando por toda serie de aparatos que permiten la rápida comunicación y su interactividad, estos sistemas facilitan, por ahora, más posibilidades, como hace mucho tiempo lo hizo la imprenta, luego el telégrafo, el teléfono y la radio, con sus mejoras sucesivas, siendo esto verdad, sin embargo el método decisivo sigue siendo el del contacto personal, el hablar, dialogar y debatir públicamente, en los centros de trabajo, en los barrios y pueblos, en los mercados, plazas, escuelas, universidades, etc. Es el contacto personal sostenido en el tiempo y siempre inmerso en la lucha contra la opresión, el que más frutos rinde en todos los sentidos, desde la transmisión de información personalizada y rigurosa hasta la recogida en vivo de la experiencia de las masas, de sus luchas colectivas pero también de los problemas particulares e individuales, pasando por los imprescindibles debates y discusiones sobre la realidad, sobre las necesidades y sobre las alternativas.
La teoría marxista de la pedagogía revolucionaria se sintetiza en las tesis, entre otras, de Gramsci de que la verdad es revolucionaria, y de Che Guevara de que la mejor pedagogía es el ejemplo. Demostrar mediante el ejemplo que sólo la verdad sobre la explotación y sobre las formas de superarla, es la única manera de acabar con la dominación de la mayoría por la minoría, este método pedagógico practicado mediante el contacto personal y cotidiano nunca podrá ser superado por las más modernas tecnologías de la comunicación. Las consignas juegan un papel clave en la práctica pedagógica y en el lenguaje de la verdad ya que, como hemos dicho, sintetizan mediante pocas, precisas y directas palabras los objetivos esenciales por los que se lucha, la estrategia adecuada para conseguirlos y las tácticas correspondientes. Dependiendo del lugar, momento y necesidades prácticas, una explicación sencilla y personal de las consignas sirve más, conciencia y moviliza más que una detenida exposición teórica.
Pero las consignas, como la teoría, mejor dicho, como parte de la teoría revolucionaria, están sometidas por su propia naturaleza a los cambios del sistema capitalista. Según sean los casos y las luchas, unas consignas “envejecerán” más rápido que otras, o pasarán a segundo lugar al haber surgido problemas nuevos, más agudos y destructores. Las consignas son resúmenes sintéticos de la teoría general aplicados a las necesidades concretas, por esto tienen en el fondo el mismo contenido teórico que cualquier otro método de concienciación, y por eso sus mejoras, sus periódicas adecuaciones a los cambios sociales, deben realizarse con el mismo rigor intelectual que debe aplicarse a la mejora teórica, a la autocrítica de los errores y a la crítica de la realidad capitalista. En cierta forma, podemos hacer una especie de “historia menor” de los objetivos, estrategias y tácticas de la lucha revolucionaria analizando la historia de las consignas y su evolución.
La tendencia ciega e implacable del capitalismo abandonado a su propia suerte, sin el freno revolucionario conscientemente aplicado por la humanidad trabajadora y explotada, que detiene la marcha irracional del modo de producción capitalista y reorienta la historia por otros derroteros, este proceso puede expresarse en resumen mediante el contexto en el que se elaboraron consignas decisivas, de las cuales aquí sólo vamos a citar algunas de las relacionadas directamente con el tema que tratamos: las dos primeras están escritas en el Manifiesto del Partido Comunista de Marx, en 1848, y son la ya citada de “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”, y “!Proletarios de todos los países, uníos¡”. La tercera es de 1850 en el Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas: “Su grito de guerra ha de ser: la revolución permanente”. La cuarta es de 1871 en los Estatutos de la AIT: “La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera”. La quinta es de Rosa Luxemburgo en El Folleto de Junius de 1915: “Socialismo o Barbarie”. La sexta es la consigna de Lenin en 1917: “Todo el poder a los soviets”. La séptima es el conjunto de consignas de las luchas revolucionarias de liberación nacional, entre las que destacamos por no extendernos: “Pueblo o Imperialismo”, y “!Patria o Muerte, venceremos¡”, frecuentemente utilizadas por Che Guevara, y la última es la que ahora tratamos de Comunismo o Caos.
2.- SOCIALISMO O BARBARIE:
No tenemos ahora tiempo para extendernos en un análisis detallado de esta historia, mostrando cómo unas consignas surgen en determinados períodos porque reflejan necesidades vitales y, especialmente, estudiando cómo y por qué la evolución posterior del capitalismo ha elevado esas consigas al carácter de verdaderos principios irrenunciables válidos para toda lucha decisiva, por pequeña que fuere. Aquí nos vamos a centrar exclusivamente en argumentar por qué pensamos que ha llegado el momento de plantear la necesidad de pasar de la consigna Socialismo o Barbarie a la de Comunismo o Caos. Antes de seguir, hay que decir que no se trata de una genialidad de último momento, repentina, sino de una tendencia al alza que ya comenzó a tomar cuerpo en los últimos años del siglo XX, que apareció enunciada de diversos modos en varios textos de la transición secular y que después ha seguido extendiéndose conforme el capitalismo multiplicaba sus fuerzas destructivas.
Lo primero que tenemos que decir es que si bien la consigna Socialismo o Barbarie fue popularizada por Rosa Luxemburgo, sus bases elementales se encuentran enunciadas desde la aparición del marxismo, desde los primeros textos de Marx y Engels, aunque sin la capacidad de impactante consigna lograda por la revolucionaria polaca asesinada por la contrarrevolución de 1918 bajo las órdenes de la socialdemocracia alemana. En el marxismo anterior a Rosa ya estaba teorizado lo esencial sobre la concepción dialéctica de que es la acción humana la que puede determinar y de hecho determina que en los momentos críticos la sociedad tome un camino u otro, se encamine consciente y mayoritariamente por el sendero de la liberación o se precipite por el del sufrimiento. El mérito de Rosa, entre otros muchos de su obra, consistió y seguirá consistiendo en haber sabido sintetizar en muy pocas palabras la disyuntiva a la que se enfrentaba la humanidad cuando la práctica capitalista había confirmado ya la justeza científica de la teoría marxista del imperialismo.
La consigna Socialismo o Barbarie mostró de manera incontrovertible que no se puede criticar al marxismo de determinismo economicista en el sentido de defender que el futuro está determinado mecánicamente por el desarrollo ciego de las fuerzas productivas, careciendo de toda importancia histórica la acción consciente de la humanidad trabajadora. La perniciosa tesis estructuralista de la “historia sin sujeto”. Mostró también que la tesis catastrofista según la cual el capitalismo se encamina ciegamente hacia un desastre que lo haga estallar por el simple efectos de sus contradicciones objetivas, esta tesis, debe ser mejorada y enriquecida con la dialéctica de la subjetividad consciente autoorganizada en forma de acción, de fuerza material, práctica y sociopolítica de la humanidad trabajadora que impide la “catástrofe” dirigiendo la historia hacia una alternativa diferente. Esta concepción de futuro ya presente en los primeros textos marxistas es negada sistemáticamente por la burguesía, cuya casta intelectual produce cada determinado tiempo una “teoría” al respecto. La más reciente y que aún sigue coleando es la del posmodernismo, la negación de lo que ella define como “los grandes relatos”.
Lo segundo que hay que decir es que en aquella época, recién empezada la guerra mundial de 1914 y sin perspectivas de un final próximo porque todavía no se habían producido las grandes matanzas de 1916 en adelante, llevarían a millones de soldados al cansancio y al desánimo y luego a muchos de ellos al amotinamiento, y a millones de ellos, a los rusos y más tarde a los alemanes, húngaros, austriacos, etc., a la insurrección revolucionaria, mientras no se divisaban esas posibilidades, la perspectiva de la barbarie era totalmente real, de hecho ya se vivía en la barbarie de los frentes de guerra. Además, de triunfar el bloque alemán, autoritario y militarista, expansionista, el futuro para el movimiento obrero europeo sería muy duro. Mirando fuera de la convulsa Europa, en Asia por ejemplo, los pueblos empezaban a resistirse a la presencia europea animados por la aplastante victoria de Japón sobre la Rusia zarista de 1905, y el caso de la India, en la que la oposición a la ocupación británica crecía de forma clara no era el único porque el gigante chino no se resignaba a permanecer postrado y en Cochinchina e Indochina la dominación francesa, holandesa, etc., empezaba a ser cuestionada. La guerra de las potencias imperialistas europeas en África azuzó la toma de conciencia de sectores conscientes de la realidad, y en las Américas, desde 1910 se libraba una tenaz revolución campesina que más pronto que tarde chocaría con los intereses norteamericanos, como ocurrió.
Pero lo fundamental de la idea de Rosa radicaba en su visión de que el capitalismo sólo podía perpetuarse mediante guerras e invasiones, con ataques a otros pueblos para saquearlos y explotarlos, ya que, según ella y todo el marxismo del momento, capitalismo y guerra eran lo mismo. La crítica implacable que hizo a la creciente fusión de lo militar con lo económico mediante la directa participación del Estado, fusión que ya estaba activa desde los orígenes del capitalismo como modo de producción dominante desde el siglo XVII e incluso antes, desde muy antiguo, como afirmó Marx 1857, esa crítica estaba demostrándose cierta en todos los aspectos. La consigna Socialismo o Barbarie era, por tanto, correcta, necesaria y vital desde cualquier punto de vista.
De hecho, fue la barbarie represiva desencadenada por la burguesía internacional desde finales de 1917 la que volvió a dar vida a la consigna, aunque fuera dicha barbarie la que asesinara a la revolucionaria internacionalista, al revolucionario Karl Liebeknecht y otros muchos más al aplastar los consejos obreros revolucionarios en Alemania, la que crearía los primeros grupos fascistas, aunque todavía sin ese nombre, formados por extremistas de derecha, contrarrevolucionarios, escoria social y militares de profesión del derrotado ejército del Kaiser alemán. Estas fuerzas militares poderosamente armadas y entrenadas, que tuvieron el apoyo implícito o explícito de las potencias imperialistas vencedoras, ahogaron en sangre los estallidos revolucionarios en amplias zonas de la Europa trabajadora que miraba ilusionada la tenar lucha bolchevique por vencer a los ejércitos invasores y a los zaristas armados por todas las potencias burguesas. Fue la socialdemocracia la que apoyó y dio cobertura a la barbarie asesina, fijándole incluso los objetivos que debía exterminar.
Cuando triunfó el fascismo en Italia, el militarismo en otros países y luego el nazismo en Alemania, entonces la advertencia de Rosa Luxemburgo volvió a demostrar su incuestionable razón. Pero esta vez quedó confirmada no sólo por el fascismo y por el militarismo que desbordó a Europa llegando hasta Asia, que también, sino sobre todo por los catastróficos efectos de la Gran Crisis sistémica del capitalismo que estalló en octubre de 1929 en los EEUU y anegó en la miseria al mundo entero, enervando al máximo todas las contradicciones irreconciliables entonces existentes --entre el capitalismo y la humanidad trabajadora en la que la URSS y las naciones oprimidas jugaban un papel central, y entre las propias potencias burguesas que volvían a enfrentarse entre ellas--, de modo que, al poco, volvió a estallar otra guerra mundial mucho más apocalíptica que la de 1914-18.
Pero siendo esto cierto, también había razones menos conocidas que avalaban la consigna de Socialismo o Barbarie, razones que surgían de las entrañas mismas del capitalismo más desarrollado, más “moderno” y más democrático-burgués, el norteamericano. Conforme aumentaba el poder de su imperialismo externo y de su economía interna se producían tres fenómenos inevitables: la llegada de mano de obra emigrante, de otras culturas y pueblos; la radicalización del movimiento obrero y la complejización de la vida socioeconómica, la rotura de los viejos sistemas de control social y de vigilancia normativa, incapaces de responder a la multiplicación de problemas, de delincuencias y mafias, etc. Desde el interior de lo más serio de la civilizada intelectualidad burguesa yanqui se crearon monstruos como la eugenesia social, la sociobiología, el neodarwinismo, el genetismo y el racismo. La barbarie no surgía sólo del interior del irracionalismo fascista y fundamentalista cristiano, sino también, a la vez e incluso antes en algunas cuestiones, de los cerebros, empresas e instituciones democráticas de la civilizada burguesía norteamericana. Este otro componente de la barbarie capitalista ha sido silenciado y ocultado.
Siendo todo esto espeluznante, lo peor estaba por llegar y fue realizado al unísono por el fascismo y por la burguesía imperialista “democrática” que se le enfrentó. Los exterminios masivos nazis son bien conocidos, aunque en la Europa capitalista se han olvidado de sus crímenes incontables en el Este europeo, en la URSS y en otros territorios eslavos. Pero no se dice casi nada o nada de otros exterminios masivos, los realizados por la civilizada burguesía “democrática” mediante criminales bombardeos aplastantes a ciudades alemanas y japonesas indefensas, civiles. Diluvios de fuego y metralla sobre ciudades que no tenían ningún valor militar y que buscaban, además de asar viva mediante bombas de fósforo y sepultar a cuantas más decenas de miles de personas civiles mejor, mujeres, niños y niñas, ancianos, heridos de guerra ya irrecuperables, etc.; además de esto, y en segundo lugar, buscaban advertir a la URSS del potencial destructor de sus aliados, que podrían ser sus enemigos inmediatos, como así lo deseaba una parte cualitativa de los ejércitos norteamericano y británico.
La prensa y la historiografía capitalista han pasado como sobre ascuas y brasas incandescentes, lo que realmente fue, sobre esta estremecedora e inhumana barbarie diseñada con meticulosa precisión y mediante los más modernos adelantos tecnocientíficos existentes entonces. Los bombardeos masivos de Vietnam o de Irak, por poner dos ejemplos, no se remiten exclusivamente a los bombardeos de Durango y Gernika por el ejército franquista con el apoyo imprescindible alemán, tampoco sólo a los posteriores bombardeos de Madrid, Barcelona y otras ciudades por este mismo ejército, o a los ataques nazis a Londres, sino también a la “muerte con alas” lanzada por las democracias burguesas contra millones de personas indefensas en Alemania y Japón. Y una de las razones de este silencio no es otra que la de ocultar que su objetivo también era el de presionar a la URSS durante las negociaciones con los aliados conforme se acercaba el fin de la guerra. Las democracias burguesas asaron y sepultaron vivas a centenares de miles de personas para mostrar a los soviéticos lo que les caería en caso de no llegar a acuerdos convenientes. No hay duda de que una de las razones que explican los dos bombardeos atómicos contra Japón, cuando este país estaba ya al borde de la inanición física y ya casi sin recursos defensivos, fue la advertencia directa a la URSS.
Por no extendernos, el último ejemplo de barbarie de las “democracias occidentales” fue el de dar cobijo, protección y empleo a muchos de los genocidas nazis, a los expertos en represión selectiva o aleatoria e indiscriminada, a los que habían perseguido con saña salvaje a las guerrillas revolucionarias en la Europa occidental, a los y las militantes revolucionarias que formaban las bases urbanas de esas guerrillas de liberación nacional y que sabían que serían muertas tras feroces torturas aplicadas por los nazis, o en su decurso. Los vencedores sabían que tras la guerra, resurgirían las luchas sociales porque los pueblos trabajadores europeos, además de admirar a la URSS, habían sufrido en carne propia los efectos del colaboracionismo de sus burguesías con el ocupante nazi, y exigían justicia popular. Los demócratas-burgueses victoriosos sabían que las policías europeas no tenían legitimidad alguna por su apoyo fiel a la GESTAPO, y sabían que necesitaban la ciencia del exterminio desarrollada por el nazifascismo, por el franquismo, por los servicios japoneses, etc. Pero también de sus militares, científicos y médicos, de sus profesores y maestros, de sus jueces, abogados y fiscales, y sobre todo de sus empresarios, del cerebro del monstruo nazifascista. Con el inestimable apoyo de la Iglesia católica y de otras ramas cristianas, miles de criminales se salvaron de la justicia y pasaron de servir a una barbarie ostensible y pública, cínica y vocinglera, a otra barbarie silenciosa, astuta y maquiavélica, por ello más efectiva.
Después, estabilizado y asegurado el orden burgués en Europa, la barbarie capitalista se lanzó contra los pueblos que en muchos lugares del mundo empezaron a luchar por su libertad. Ocultos tras llamativos nombres de “Alianza por el Progreso” y otros similares, los sistemas imperialistas de cooptación, división y represión empezaron a intervenir masivamente con sus escuadrones de exterminadores. Eran los años dorados de la hegemonía yanqui apoyada por la británica, la canadiense y australiana, y cada vez más, en la medida en que se recuperaban, por la francesa y más tarde la alemana y la japonesa, aunque estas dos últimas sin el recurso directo a las armas, por entonces. A escala planetaria la llamada “guerra fría” no ha sido sino una mentira destinada a tapar las agresiones e intervenciones militares calientes, al rojo vivo, de los ejércitos imperialistas y de las burguesías clientelares contra los pueblos rebeldes. Abrumadoramente dominó la guerra caliente, la impunidad asesina de la CIA y de otras organizaciones imperialistas incontrolables por la justicia burguesa, por su parlamento e inexistentes para el grueso de su prensa.
El dilema Socialismo o Barbarie, esta consigna, estaba a la orden del día en la parte del mundo bajo la explotación capitalista. Pero en la otra parte, la dominada por la casta burocrática triunfante en la URSS desde finales de la década de 1920, el dilema debía ser “Socialismo o Burocracia”. Muy probablemente, aunque huyendo de la historia ficción, Rosa Luxemburgo, admirada por Lenin que la llamaba “águila” y que pidió que sus obras completas fueran traducidas al ruso aunque sucedió todo lo contrario, su condena oficial como “enemiga del leninismo”, muy probablemente, repito, Rosa de haber vivido varios años más hubiera adecuad su eslogan Socialismo o Barbarie a las condiciones rusas con el dilema de “Socialismo o Burocracia” y más delante de “Socialismo o Capitalismo”. Mas no hagamos política ficción, aunque basta un conocimiento un poco detenido de la praxis de Rosa, de su militancia práctica y de su teoría militante, para no descartar esa posibilidad, que también ha quedado confirmado con el tiempo.
3.- COMUNISMO O CAOS
Sin embargo, como hemos dicho arriba, el capitalismo ha ido cambiando bajo la presión de la lucha de clases, presión que se desdobla, manteniendo su unidad dialéctica, en lucha de clases en sentido de choque mundial entre el capital y el trabajo y, por otra parte, lucha permanente entre fracciones burguesas en respuesta a la ley de la competencia, a la ley de la centralización y concentración de capitales y a la ley del máximo beneficio, básicamente. Visto en su superficie y en sus formas no esenciales ni determinantes, no genético-estructurales, el capitalismo de 1915 se diferencia bastante del actual. Pero son diferencias de forma más que de fondo, son diferencias histórico-genéticas más que genético-estructurales. Por explicarlo con un ejemplo, aunque el virus de la gripe se transforme y adapte de año en año a las nuevas vacunas, quedando inmune hasta recibir nuevos ataques, y aunque las formas del virus del VIH cambien con gran rapidez, ambas enfermedades siguen siendo esencialmente las mismas. Otro ejemplo, las formas de explotación se complejizan, aumentan y diversifican en respuesta a la lucha de clases, pero la explotación sigue siendo esencialmente la misma, como tampoco cambian ni el hambre ni la incultura, aunque sus intensidades y formas varíen según las circunstancias. Con el capitalismo sucede lo mismo porque se trata de la dialéctica entre el contenido y el continente, la esencia y el fenómeno, la permanencia y el cambio. El método de pensamiento científico-crítico consiste sencillamente en la capacidad de descubrir por debajo de lo que cambia en la superficie la pervivencia de las regularidades, pervivencia que se muestra en su movimiento y contradicciones permanentes, lo que exige al pensamiento a ser móvil y contradictorio consigo mismo.
Hay varias razones que explican por qué la consigna de Socialismo o Barbarie, manteniendo toda su valía, debe empero ser superada dialécticamente, es decir, integrada y enriquecida en y por la consigna de Comunismo o Caos. La primera de ellas trata sobre el propio concepto de barbarie, de bárbaro, que alude directamente a primitivo, atrasado, incivilizado, ingobernable, cruel, salvaje, etc. Rosa tenía razón al insistir en que de no triunfar el socialismo la humanidad sería sumergida en un océano de brutalidad y guerra, y la barbarie, en el pensamiento occidental, es entendida en parte como eso. Pero la misma definición de “bárbaro” proviene del griego clásico para designar a los pueblos atrasados, que no hablaban la lengua civilizada de los griegos, que desconocían su cultura y que estaban más allá del mundo civilizado. En un principio los romanos, hasta el Imperio, entendían por bárbaro a lo que estaba extramuros de sus conquistas, pero luego empezaron a darle un sentido peyorativo y despectivo que, en Occidente, ha ido aumentando hasta tomar definitivamente forma de racismo y de eurocentrismo en el siglo XIX.
Pero ya conforme Marx y Engels enriquecían sus estudios sobre pueblos y culturas no europeas, impresionados desde los años de 1850 en adelante por sus desesperadas resistencias al colonialismo capitalista, bajo esas y otras lecciones fueron mejorando su estima hacia estas culturas, sobre todo en su última parte de vida, la más creativa. En Engels y en Marx se aprecia una visión que en momentos llega a la admiración de los “bárbaros”, y siempre reconoce sus formas de vida y sus logros. El Lenin de 1900, por ejemplo, quedó impresionado por la resistencia del pueblo chino a los ataques rusos. Luego, todos los descubrimientos y la desintoxicación de algunas izquierdas de su eurocentrismo han llevado a un reconocimiento justo de las sorprendentes capacidades intelectuales de estos pueblos, su riqueza cultural y social, etc. Seguir empleando ahora, con los datos existentes, el concepto de “barbarie” como el opuesto al de socialismo, que significa civilidad, derechos, justicia y cultura, seguir haciéndolo es repetir un error estratégico, teórico y ético que, entre otros efectos, sigue imposibilitado a las izquierdas eurocéntricas el comprender el papel de estos pueblos en la derrota del imperialismo mundial.
La segunda trata sobre la aparición de realidades verdaderamente nuevas inconcebibles e inimaginables en 1915, como el poder aniquilador total desarrollado por las fuerzas destructivas capitalistas. El concepto de fuerzas destructivas se inscribe dentro de la visión marxista de fuerzas productivas de bienes de producción, fuerzas productivas de bienes de consumo y, por último, fuerzas destructivas. Estas últimas tienen la “cualidad” de que ayudan en principio a desatascar determinadas crisis puntuales mediante el armamentismo, básicamente, pero también con la utilización irracional de la naturaleza, que es mercantilizada y destrozada, por ejemplo. Estas y otras fuerzas destructivas, sin embargo, bien pronto muestran su esencia aniquiladora y despilfarradora, pues a medio y largo no facilitan la acumulación ampliada de capital sino que la lastran y frenan.
El último Engels había predicho que podría estallar otra guerra internacional entre las potencias burguesas que superaría con creces a las anteriores por su destructividad. Engels, que había indicado que el acorazado de la época, con todos sus adelantos técnicos, era en realidad una especie de compendio e imagen sintética de la sociedad capitalista, hubiera quedado sorprendido por la cuantía de las fuerzas destructivas generadas por el imperialismo, pero sobre todo por su cualidad nueva: la posibilidad real de destrucción de gran parte de la vida sobre la tierra, posibilidad demostrada científicamente en los años de 1980 con los estudios sobrecogedores de los efectos mundiales del invierno nuclear, de la acción de las armas químicas y bacteriológicas, y recientemente con los adelantos en el uso de toda serie de adelantos exterminadores. Como veremos luego, el concepto de “barbarie” no puede dar una idea ni siquiera aproximada sobre cómo sería el mundo tras una hecatombe de tamaña magnitud.
La tercera trata sobre la definitiva irreconciliabilidad entre la naturaleza y el capitalismo, contradicción que ya estaba anunciada en Marx y Engels, que fueron tomando conciencia de ella a lo largo de los años. Interesadamente se ha tergiversado y subvalorado mucho la raíz “ecologista” latente desde el inicio en el marxismo y que creció con los años hasta ser segada por el desarrollismo socialdemócrata y stalinista. Aún así, en 1915 era aún imposible poder imaginarse la situación actual, a no ser que se hiciera desde la ciencia ficción, que ni eso. Estudios incontrovertibles han demostrado que es el capitalismo es responsable de la crisis medioambiental, del calentamiento atmosférico, de la acidificación de los mares y de la tierra, de la desertización, del agotamiento de los recursos vitales como el agua y la comida, de los recursos energéticos, y un largo etcétera. Pero en 1915 los efectos devastadores de la irracionalidad global inserta en la lógica del máximo beneficio no eran ni remotamente palpables.
En esta cuestión, como en el resto que estamos analizando, el panorama actual es nuevo con respecto al que se podía imaginar hace casi un siglo. Por ejemplo, aunque entonces unos cuantos técnicos y empresarios burgueses, las cancillerías imperialistas y los Estados Mayores, conocían la importancia decisiva del petróleo, el común de la población europea y norteamericana seguía pensando en buena medida con la visión de la fuerza de tracción animal. Fueron las urgencias destructivas desencadenadas por la guerra de 1914 las que, además de confirmar lo que ya sospechaban los empresarios sobre la importancia del petróleo, mostraron que vencería en que más máquinas, barcos y vehículos con motor de petróleo pusieran en acción. La guerra aceleró la espiral de consumo irracional e incontrolado pero no sólo del petróleo sino de todo lo que se podría extraer de la naturaleza. Ahora sabemos que ésta se está vengando de la especie humana, como advirtió Engels. En el caso en el que alguien hubiera podido intuir el grado actual de crisis medioambiental, incluso así, nunca hubiera podido siquiera imaginar sus reales efectos entre otras cosas porque no existían ni los conceptos, ni la terminología ni menos aún los datos empíricamente obtenidos.
La cuarta trata sobre la agudización cualitativamente nueva de la visión y del empleo del hambre, la sed, la salud y la cultura no sólo como “problemas” sino a la vez como armas de explotación y opresión. Desde tiempos muy remotos, se ha utilizado los alimentos y el agua como armas contra los pueblos resistentes, e incluso como armas bacteriológicas y químicas, pudriendo los alimentos y envenenando el agua para matar al enemigo. Poco después, desde los inicios de la agricultura y la estabulación animal, la cultura desarrollada por las clases trabajadoras y los pueblos vencidos se convirtió en un preciado objeto de expolio para enriquecer aún más a la minoría propietaria de las fuerzas productivas y al poder invasor. Rosa Luxemburgo y todos los marxistas eran conscientes de ello, pero cuesta creer que imaginasen que el imperialismo llegara al grado actual de inhumanidad científicamente aplicada para maximizar el beneficio de sus grandes monopolios, de sus correspondientes burguesías y Estados. Sólo una civilización exquisitamente criminal y experta en el sofisticado método de la explotación material y espiritual, como es la civilización burguesa, podía desarrollar tales artes destructivas.
Ningún “bárbaro” pudo pensar nunca en desarrollar los instrumentos internacionales que hoy existen para exprimir a los pueblos hasta su última gota de sudor, dejarlos con vida para que se recuperen con el fin de seguir explotándolos y, encima, pretender que creyeran que era libres. Es cierto que Herodoto nos detalla sistemas parecidos a los actuales, y que Atenas y Roma eran especialistas en estas prácticas, pero no eran precisamente pueblos bárbaros sino, para su época, los más cultos del momento, y por eso los más crueles en sus dos formas posibles, la burda y la refinada. Aún así, no disponían de los recursos creados por el capitalismo. Era imposible la existencia de la OMC, el Banco Mundial, el FMI, y otras instituciones fieles a las exigencias del imperialismo.
La quinta trata sobre el propio concepto de socialismo. En los inicios del movimiento revolucionario existía cierta confusión entre socialismo y comunismo, confusión que empezó a superarse con los avances prácticos y con las precisiones teóricas, sobre todo a partir de la Crítica del Programa de Gotha, escrita por Marx pocos años antes de morir. Pero este librito fundamental fue escamoteado y ocultado por la socialdemocracia por su contenido, y pasó al olvido hasta que fue recuperado por Lenin durante sus estudios sobre la teoría del Estado. No se le puede achacar a Rosa Luxemburgo el no haber estado a la altura de Lenin sobre esta cuestión, aunque sí hay que reconocer que tardó mucho en romper con la socialdemocracia y con su concepto de “socialismo”, el “socialismo” que la asesinó. Desde 1914 y en algunas cuestiones desde antes, Lenin ya era crítico al respecto. Pero en 1915 el “socialismo” de la socialdemocracia aún no había desarrollado toda su incondicional servidumbre hacia la burguesía, como sí lo hizo después. Hemos hablado ya del exterminio de los consejos obreros de 1918. Desde entonces este “socialismo” ha sido un puntal clave del imperialismo capitalista, un puntal con disfraz “progresista” o de “tercera vía”, pero pieza clave en la dominación mundial.
Este “socialismo” debe ser criticado sin piedad y debe ser contrastado siempre con la práctica del comunismo. Es cierto que la degeneración burocrática stalinista y la reinstauración del capitalismo en la ex URSS y en China, han desautorizado su definición de “comunismo”, lo que unido a la propaganda burguesa ha creado un mito difícil de combatir. Estos problemas están llevando a un sector de las izquierdas a retroceder a definiciones laxas y melifluas, como la de “anticapitalismo”, pero el problema radica en que la izquierda mundial ha de recuperar el mensaje comunista simple y directo: el enemigo de la humanidad es la propiedad privada de las fuerzas productivas. Este mensaje, enunciado hace más de siglo y medio ha sido dramáticamente confirmado por la historia, y hay que hacer lo imposible para evitar que sea una confirmación trágica, sobre el cementerio de la humanidad entera. Hoy, la propiedad privada capitalista sobrevive gracias a sus fuerzas destructivas más que a sus fuerzas productivas, y, de seguir esta tendencia, llegará el momento en el que el caos se imponga definitivamente.
La sexta trata sobre el concepto de caos en lo que se refiere a las denominadas “ciencias sociales”. En la cultura griega clásica, caos era el estado informe, desorganizado y desordenado del cosmos, del que empezó luego a surgir el orden, y con él la civilización griega con sus logros y sus lacras. El lenguaje normal se ha quedado con la primera parte, con el desorden inicial, pero no ha comprendido la segunda parte. Las recientes teorías del caos, que se insertan en todo el avance científico que confirma la valía del método dialéctico y materialista, indican que existe un proceso de la simplicidad a la complejidad, que en este proceso el desorden inicial y simple, da paso al orden posterior, más complejo, y que de esta complejidad emerge lo nuevo, lo que no existía antes. La evolución de la materia, de la sociedad y del pensamiento confirma, a distintas escalas, esta tendencia en la que el caos, la crisis de bifurcación, el momento crítico de emergencia de lo nuevo, etc., son partes específicas del movimiento permanente de los contrastes en la naturaleza y de las contradicciones en la sociedad y en el pensamiento.
Mientras que el concepto negativo de “barbarie” como todo lo malo, es pasivo e inerte, el de caos, por su propia naturaleza, lleva implícita la creatividad y la posibilidad de avance, aunque se parta de una situación verdaderamente caótica, desestructurada e insostenible. En las condiciones actuales y cara a lo que se avecina, es decisivo enseñar que pese al triunfo del imperialismo, pese al caos destructor que genera por doquier, a pesar de todo ellos y por la presión de sus contradicciones internas, siempre hay posibilidades de avanzar y de salir del caos. Pero ¿salir hacia donde? La vía al socialismo es confusa aunque válida siempre que se explicite bien la relación del socialismo como fase de tránsito a comunismo, pero lo decisivo es marcar teórica, práctica y éticamente el objetivo comunista, ya que sólo la socialización de las fuerzas productivas, el fin de la era de la propiedad privada expropiando a los expropiadores, y la extinción histórica de la ley del valor, es decir, el comunismo, , solamente esto puede permitir que se activen conscientemente el inmenso potencial latente en las contradicciones que bullen en el caos.
Y la séptima y última, y como síntesis, trata del problema del tiempo disponible. Todavía en 1915 se podía creer que la humanidad tenía el futuro por delante. La intelectualidad burguesa, que huye de lo real, ha escamoteado todo lo relacionado con el dilema Socialismo o Barbarie, refugiándose en las elucubraciones idealistas sobre una “modernidad” que oculta la existencia de la explotación capitalista mundial. Cuando esta casta intelectual ha visto la expansión del imperialismo, ha corrido a refugiarse en la nueva moda ideológica del posmodernismo. Mientras tanto, el tiempo pasa, los problemas de toda índole se multiplican e interrelacionan dando cuerpo a situación globalmente insostenibles a medio y a largo plazo. Problemas que hundirán a la humanidad, ya lo están haciendo, en realidades nuevas en las que sólo regirá de manera definitiva y atroz la ley burguesa del más fuerte, en medio de continentes enteros abandonados, de masas pauperizadas dentro del capitalismo más desarrollado y siempre bajo el terror de la represión exterminadora.
Huyendo del determinismo catastrofista según el cual apenas quedan salidas a la situación actual, ya que la catástrofe total es inminente, el panorama que aquí se presente todavía más duro y estremecedor. La burguesía va a sobrevivir si no acabamos con ella, y cada tiempo que transcurre sin lograrlo, los costos de la victoria serán más duros y sangrientos porque la pervivencia del caos, sin la intervención humana consciente, sólo trae beneficio para la minoría propietaria y dolor y padecimiento para la humanidad trabajadora.
IÑAKI GIL DE SAN VICENTE/ EUSKAL HERRIA
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CHE, ÉTICA Y COMUNISMO
Por Luis R Delgado J
Algunas consideraciones sobre la Ética Marxista
La palabra ética viene del griego ethos, que significa costumbre y la palabra moral viene del latín mos, moris que también significa costumbre. Ética y moral etimológicamente significan lo mismo. Las dos palabras se refieren a las costumbres. Por lo que la definición nominal de ética sería la ciencia de las costumbres. Sin embargo, la ética como disciplina filosófica tiene como objeto de estudio la moral. Esto es una distinción fundamental, porque si bien es cierto todos los pueblos han tenido su moral, es decir, ese conjunto de costumbres que rigen la vida de una sociedad o comunidad, no todos los pueblos han reflexionado sobre la Ética porque esta nace con la Filosofía en el sentido estricto del término.
Lo que le interesa a la Ética es estudiar la bondad o maldad de los actos humanos, sin interesarse en otros aspectos o enfoques. Por lo tanto podemos determinar que su objeto material de estudio son los actos o costumbres humanas y su objeto formal es la bondad o maldad de dichos actos. Con esto podemos dar una definición real de la ética como la rama de la filosofía que estudia la bondad o maldad de los actos humanos.
Ahora bien la historia de la Ética está íntimamente relacionada con la historia de la Filosofía, ya que es común que los planteamientos éticos se ajusten a determinadas concepciones del mundo, de la historia u ontologías. Así como encontramos planteamientos éticos en la antigüedad en Platón o Aristóteles, también encontramos desarrollos en la Ética Medieval o en la Modernidad con Kant o con Hegel. De esta forma también es posible hablar de una ética marxista, basada en los planteamientos del Materialismo Histórico y Dialéctico, junto a la teoría del Socialismo Científico.
Esta ética marxista como parte de todo el cuerpo teórico desarrollado por Marx y Engels, tiene como criterio fundamental impulsar la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista por una sociedad comunista. Impulsar y orientar al sujeto histórico revolucionario (las clases explotadas por el capitalismo, fundamentalmente la Clase Obrera) para que este cumpla satisfactoriamente su tarea.
En la tesis 11 sobre Feuerbach (1845), Marx ya expresa que no basta con interpretar o explicar al mundo, sino que a su vez, este debe transformarse con la praxis revolucionaria. Esto debe entenderse, porque los planteamientos marxistas no son sólo teóricos, sino también prácticos, esencialmente políticos y éticos, herramientas para la lucha del proletariado contra la burguesía y sus aliados. La ética marxista al estar orientada como el conjunto de la teoría marxista a la praxis transformadora, pudiese ser denominada como ética de la praxis, tal como Gramsci denominó al Marxismo: Filosofía de la Praxis.
En pocas palabras lo bueno o lo malo, lo correcto o lo incorrecto de una acción humana estará determinado por su orientación revolucionaria o reaccionaria frente a la contradicción Capital-Trabajo, la contradicción social fundamental de la sociedad contemporánea, la cual expresa que mientras la producción material y espiritual es cada vez más social (hoy mundializada), la apropiación del producto de la riqueza es privado, cada vez se concentra en menos manos; que las 7 fortunas más grandes del mundo concentre la riqueza dispersa en los 600 millones de seres humanos más pobres no es una ficción (Millet, Toussaint 2005.). Veamos lo que nos dice uno de los dirigentes históricos del Partido Comunista de Venezuela, Eduardo Gallegos Mancera:
“… Tenemos una moral revolucionaria que se distingue radicalmente de la moral contrarrevolucionaria, edificada ésta durante centurias… y cimentada básicamente en la defensa de la “sacrosanta” propiedad privada, en el derecho a la explotación y al lucro sin límites.”
“Nosotros somos idealistas en la medida en que abrigamos ideales de justicia, paz y solidaridad. Y no vacilamos –o no debemos titubear- en sacrificar nuestra existencia en aras de que esos postulados imperen sobre el planeta…”
La ética marxista se desenvuelve en las tres acepciones como se entiende la ética: como rama filosófica que se encarga del estudio de la moral de una sociedad (en el caso del marxismo la moral burguesa y la nueva moral proletaria); como disciplina que establece un conjunto de valores y formas de acción moral deseables para un proyecto de sociedad (la Sociedad Comunista), en este caso una ética normativa; o una ética como modo de vida, que en el caso de los marxistas establecen una serie de criterios que deben caracterizar la conducta y el accionar de los revolucionarios y las revolucionarias (el Hombre Nuevo).
La Ética en la Praxis Revolucionaria del Che Guevara
Habiendo descrito brevemente algunas de las características fundamentales de la Ética Marxista, pasaremos a revisar algunos de los planteamientos y desarrollos aportados por Ernesto Che Guevara en su devenir como dirigente revolucionario, oportunidad especial cuando estamos en el mes de su natalicio, 80 aniversario del nacimiento del ícono fundamental de las luchas revolucionarias en América Latina.
Toda la concepción y accionar revolucionario del Che, su lectura crítica y creativa de los clásicos del Marxismo Leninismo, está atravesado trasversalmente por una intención permanente de forjar al Hombre Nuevo, de construir la nueva moral comunista. Veamos lo que dijo Guevara en una entrevista:
El socialismo económico sin moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación… Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria. (Tablada 2006, p. 17)
Para el Che la Revolución Comunista no es parafraseando a Rosa Luxemburgo un problema de cuchillo y tenedor, sino implica ante todo un radical (de raíz, y la raíz del hombre es el hombre mismo nos recordará Marx) cambio de civilización. De esta forma el Che confrontaba esas posiciones economicistas y mecanicistas que imperaban en algunas interpretaciones del marxismo, de acuerdo a la cual las revoluciones se producían por el solo choque del desarrollo de las fuerzas productivas y el estado de las relaciones de producción. El Che repicaba que la Revolución Comunista ciertamente implicaba profundas transformaciones económicas (como la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción) y políticas (como la supresión gradual del Estado), pero fundamentalmente la Transición al Comunismo se iba a dar ante todo por un inusitado desarrollo de la conciencia, de una nueva moral caracterizada por la solidaridad y la cooperación. En su texto Algunas reflexiones sobre la transición socialista (2007) nos dice lo siguiente:
El comunismo es un fenómeno de conciencia, no se llega a él mediante un salto en el vacío, un cambio de la calidad productiva, o el choque simple entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. El comunismo es un fenómeno de conciencia y hay que desarrollar esa conciencia en el hombre, de donde la educación individual y colectiva para el comunismo es una parte consustancial a él. (p. 14-15)
O también en el famoso ensayo el Socialismo y el Hombre en Cuba nos expresará que:
Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo.
De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social.
Estas ideas del Che tienen mucha importancia porque ubican el comienzo de la Revolución Comunista en la actualidad inmediata, es decir, desde el propio momento del inicio de la lucha revolucionaria ya deben irse prefigurando los caracteres de la nueva sociedad que se quiere construir, sin obviar por supuesto los diversos pasos que se deben cumplir para realizar la transición, como son: la toma del Poder, transición al Socialismo, y el Socialismo como transición al Comunismo.
Por esta razón el Che insiste mucho en las cualidades morales que deben caracterizar a los revolucionarios, la vanguardia, al partido de la Clase Trabajadora, al nuevo Estado Socialista de Transición porque en ellos debe cristalizarse las nuevas relaciones sociales y la nueva moralidad que caracterice la sociedad futura, la Sociedad Comunista. Con respecto a los revolucionarios se referirá de la siguiente manera en su artículo El Partido Marxista Leninista:
El marxista debe ser el mejor, el más cabal, el más completo de los seres humanos pero, siempre, por sobre todas las cosas, un ser humano; un militante de un partido que vive y vibra en contacto con las masas;… un trabajador incansable que entrega todo a su pueblo; un trabajador sufrido que entrega sus horas de descanso, su tranquilidad personal, su familia o su vida a la Revolución, pero nunca es ajeno al calor del contacto humano.
En su ensayo El Socialismo y el Hombre en Cuba el Che también expresa lo siguiente:
… el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita.
En este orden de ideas, para el Che el Partido Revolucionaria o la Vanguardia Organizada, debe promover entre su militancia este tipo de hombres y mujeres, de revolucionarios, los cuadros. Para pertenecer a este Partido deben requerirse una serie de actitudes, que den cuenta de la calidad humana y el compromiso revolucionario de sus integrantes, esto es importante sobre todo para los dirigentes más importantes, los cuales deben enseñar y ganarse el prestigio sobre todo con el ejemplo de sus actos, de ahí se explica la insistencia del Che en el ejercicio del sacrificio desinteresado y en su exigencia de que los dirigentes se pusiesen siempre al frente de las tareas y las batallas de toda índole. En Partido Marxista Leninista se expresa lo siguiente:
Será en esta etapa un partido de cuadros, de los mejores, y éstos deberán cumplir su tarea dinámica de estar en contacto con el pueblo, transmitir las experiencias hacia las esferas superiores, transmitir a las masas las directivas concretas y ponerse en marcha al frente de éstas. Primeros en el estudio, primeros en el trabajo, primeros en el entusiasmo revolucionario, primeros en el sacrificio; en todo momento los más buenos, más puros, más humanos que todos los otros, deben ser los cuadros de nuestro partido.
El Che tenia la conciencia que para lograr estos objetivos históricos la sociedad debía poner todos los medios a su disposición para crear al Hombre Nuevo. La nueva moral comunista, esta debía ser impulsada tanto por los revolucionarios y revolucionarias, el Partido Revolucionario y el Estado, todos parte de una unidad indivisible. El Estado constituiría la principal herramienta institucional para impulsar las transformaciones revolucionarias en lo económico, lo político, lo cultural entre otros. De hecho parte de los problemas inherentes al Estado como son el burocratismo y la corrupción solo serían superados para el Che si se profundizaba en la construcción de la moral comunista y si se reforzaba el compromiso revolucionario de los funcionarios. En su clásico Contra el Burocratismo, Guevara nos expresará lo siguiente:
La intención del Gobierno Revolucionario es convertir nuestro país en una gran escuela, donde el estudio y el éxito de los estudios sean uno de los factores fundamentales para el mejoramiento de la condición del individuo, tanto económicamente como en su ubicación moral dentro de la sociedad, de acuerdo con sus cualidades.
Por ejemplo en materia económica una de las medidas impulsadas por el Che, para desarrollar la moral comunista y al mismo tiempo incrementar la producción material de bienes y servicios en el contexto de las dificultades de los primeros años de revolución, sumado al bloqueo económico impuesto por EEUU, fue promover con intensidad el Trabajo Voluntario. En discurso Una actitud nueva frente al trabajo se afirma lo siguiente:
… el trabajo voluntario no debe mirarse por la importancia económica que signifique en el día de hoy para el Estado, el trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores más que ningún otro.
Y más adelanta resalta:
El trabajo voluntario es una escuela creadora de conciencia, es el esfuerzo realizado en la sociedad y para la sociedad como aporte individual y colectivo, y va formando esa alta conciencia que nos permite acelerar el proceso del tránsito hacia el comunismo.
En otro orden de ideas, para ya ir concluyendo, debemos recordar que el Che fue un internacionalista en todo el sentido de la palabra, protagonista privilegiado de las luchas de liberación nacional y descolonización llevadas a cabo durante los años 60, en la cual el Bloque Socialista jugó un papel determinante. El Che combatió y murió en Bolivia por la sencilla razón que estaba convencido en su más profundo ser de que al imperialismo hay que combatirlo donde quiera que esté, que era necesario iniciar “uno, dos, tres o más Vietnam”, Che estaba convencido de que el Socialismo para triunfar debía mundializarse, y frente a la internacionalización de la explotación imperialista debía internacionalizarse la lucha de los pueblos.
Pero lo más resaltante de todo esto, es que Guevara asume el sacrificio por los más pobres en cualquier lugar, porque consideraba como una exigencia moral para todos los revolucionarios sentir el dolor del sufrimiento del cualquier ser humano en cualquier lugar del planeta, y tener la fortaleza de trasladarse a cualquier lugar para luchar por su redención. El Che decía que la Revolución no debe llevarse en la boca para vivir de ella, sino levarla en el corazón para morir por ella.
Y él como era el polo antagónico a cualquier forma de demagogia y charlatanería, él actuaba como pensaba, y hacía lo que decía, teoría y praxis eran en el Che unidad indisoluble, todo su planteamiento ético lo vivió y murió por el. Pensamos que este es el mejor legado que nos dejó, su ejemplo de lucha, constancia y valor.
No es casual que afirmase que “el Socialismo es la ciencia del ejemplo”.
Estas palabras sintetizan de buena forma su concepción:
El comunismo es una meta de la humanidad que se alcanza conscientemente; luego, la educación, la liquidación de las taras de la sociedad antigua en la conciencia de las gentes, es un factor de suma importancia, sin olvidar claro está, que sin avances paralelos en la producción no es puede llegar nunca a tal sociedad. (Guevara 2006, p. 75)
Bolívar sin la conciencia de Marx, un salto al Vacío
“Entretanto, en el fuero interno de los demócratas y revolucionarios nacidos en esta caricatura de país colombiano soportamos sentimientos de desnudez, de frió mortuorio; tal vez, el frió que se siente cuando la soledad sólo está acompañada por la soledad; llegan a la memoria in so facto la imagen de los rostros de los muertos que nunca mueren, como mecanismo de defensa para impedir que sean olvidados por quienes nunca los conocieron. Tal acto inconciente, se convierte en el refugio de nuestras propias luchas, de nuestra propia existencia, de nuestra poca entendida historia”
La política de la seguridad democrática, engendro represivo fascista que aniquila y destruye a los contradictores al régimen y ahoga los derechos económicos, políticos y sociales de la gente trabajadora y sencilla de Colombia; diseñada para inmovilizar al pueblo mediante su verdadera cara: el terrorismo de estado, ha recibido un no pedido aire terapéutico, para la dicha de quienes no dormían tranquilos por lo que implicaba la solidaridad entre revolucionarios: Que el presidente Chávez y Uribe Vélez coincidan así sea en algunos aspectos respecto a las FARC-EP, calienta el debate ideológico y político, mientras que por obvias razones deja en el camino una estela de confusión y no pocos damnificados:
Que esta organización no es producto de un conflicto histórico en la búsqueda de la democracia, sino sus causas y que su existencia coadyuva a la existencia de todas las desgracias de Colombia, incluyendo la presencia de los marines que afilan sus espuelas contra Venezuela etc. es decir, no son interpretaciones de baja monta puesto que las FARC-EP pasan de ser una organización en camino a la beligerancia; ni más ni menos, a convertirse en la Al-Qaeda Latinoamericana ¡Qué arbitrariedad histórica! Para el que sufre la realidad colombiana, en momentos en que se hace agua el proyecto Uribista por sus corrupción y criminalidad infinita, insostenible desde cualquier ángulo que se le mire, no entiende el cambio repentino de la posición del presidente Venezolano, por el impacto en términos belicistas y reaccionarios del régimen contra el campo popular y sus organizaciones de base, y por el nuevo aire que se le da al régimen. ¿Que abra detrás de aquello?, ¿pactos, cálculos, mano tendida, ganar tiempo por el posible triunfo de Obama en la geopolítica imperial, quitarle armas al imperio, quitarle razones al halcón de Bush? Etc. pero la cosa no cuadra, y no cuadra porque el problema va más allá del simple cálculo político coyuntural. Si es por alguna de las preguntas expuestas, se sacrifica en concreto a un proyecto revolucionario para la humanidad sobre el entendido de creer que Bolívar nuevamente está en la batalla con el presidente Chávez a la cabeza desde 1992. Ojalá este equivocado, porque se colige que está prevaleciendo nuevamente la tendencia idealista y conciliatoria de clases para caer en una nueva celada hegemónica imperial que enlutó a los pueblos de América Latina y el Caribe y acabó con la vida de gigantescos hombres como: Jacobo Arbenz en Guatemala; Salvador Allende, en Chile; Augusto Cesar Sandino en Nicaragua; Farabundo Martí en el Salvador; Omar Torrijos en Panamá; Emiliano Zapata y Pancho Villa en México; Guadalupe Salcedo insigne guerrillero liberal y a miles de revolucionarios y compromisarios colombianos que por querer la paz, cayeron asesinados. Holocausto que significó la desaparición de varias generaciones de luchadores populares y revolucionarios incluyendo el aniquilamiento de todo un partido político legal como la Unión Patriótica, UP, nacida de unos acuerdos de paz entre las FARC-EP y el gobierno. El hilo conductor histórico en nuestra América Latina enseña que los imperios y sus lacayos ven en la aceptación de negociaciones por los revolucionarios como debilidad o rendición dentro de su lógica de clase; consecuentemente no entienden de moral revolucionaria, de emancipación, de soberanía popular y aprovechan esas circunstancias, para quitarse el problema de fondo, asesinando a sus contradictores, jamás honrarán un acuerdo.
Basta comprobar esa realidad con el plan cóndor, plan criminal que enlutó a nuestra América y cuya base conceptual está contenida en los documentos Santa fe I, II, y III; donde se infiere que la lucha contra el comunismo, hoy es la misma política disfrazada en la lucha contra las drogas y el terrorismo. Es previsible que la activación de la 4ta flota contra América Latina y el caribe, venga armada ideológicamente de una nueva avalancha guerrerista de baja y mediana intensidad para soslayar la autodeterminación de América Latina, esta vez muy bien acompañada por los gobiernos reaccionarios de España, Francia, Italia, Alemania e Inglaterra entre otros, con crecientes intereses neocoloniales, y para quienes nosotros somos el Otro conocido, más no el otro reconocido[1]. No nos ven como iguales, Tamaña diferencia. El derecho al Ser en cuanto pueblo Entonces en el dilema de mantener contentos a unos y otros, sugiriendo el desarme para el sacrificio de la fuerza más “débil” a la luz de las circunstancias políticas del momento, en lo concreto, se hacen concesiones innecesarias e inoportunas a la ultraderecha y al fascismo mundial, basadas en reflexiones idealistas, anticientíficas no bien argumentadas que coinciden con apreciaciones hoy deleznables para la ciencia política planteadas por Francis Fukuyama y otros, sobre el fin de la historia (la dialéctica al infierno), porque los imperialismos que asechan cuando se trata de saquear a nuestros pueblos, no tienen reservas éticas, políticas, morales para obtener lo que buscan; por lo tanto, el problema traspasa el subjetivismo con apariencia objetiva de mirar olímpicamente las circunstancias para caer en el campo de los principios, puesto que traspasa el umbral del más importante derecho que tienen los pueblos de defenderse de sus atroces enemigos: El derecho a ser en cuanto al Ethos del pueblo para desarrollar sus potencias, (Baruch Spinoza) y por lo tanto, la rebelión se constituye como el derecho más valioso conseguido por la razón humano, instrumento sin el cual, los pueblos no pueden garantizar su existencia. De ahí que el método de lucha popular que surge es el resultante de la situación concreta, (ver Irak, Afganistán), dentro de las reglas de juego impuestas por el imperio, que niega cualquier consideración o base legítima de quienes no aceptan la imposición de la fuerza por encima de la razón. La lucha del pueblo de Colombia, que ha construido una de sus vanguardias colectivas con todo el amor y sacrificio inimaginable, tanto por la dignidad de los hombres que están poniendo la cara en las cientos de batallas cotidianas en el frente, contra el régimen mejor pertrechado del capitalismo mundial en la periferia; como por la incertidumbre y la confusión, recibe el golpe que llega al corazón del Bolívar libertario, del Bolívar mil veces traicionado y que lleva luchado por más de 40 años desde la clandestinidad en nuestras tierras y que aún no descansa en paz, mientras no nos comportemos como hombres libres y seamos dignos y soberanos; porque se avecinan vientos huracanados: ya se sienten cantos de sirena y la reacción en su conjunto se torna aún más agresiva contra quienes están por los cambios de fondo en Colombia. En el laberinto de las ideas.
Lenin combatió a plenitud el idealismo, el reformismo, el eclecticismo y el burocratismo como troneras por donde se hace agua lo acumulado por el pueblo; Como buen guardián de la causa de los proletarios de la tierra, entendió que hay momentos que para avanzar hay que dar un paso atrás, pero atrás no significa un paso al vacío sino a tierra firme y acumular fuerzas para derrotar el ímpetu de la caverna y atraer al enemigo al campo político donde es derrotable; este mismo principio, se aplica en la guerra y particularmente en la guerra asimétrica. La mayoría de las veces cuando se hace una equivocada interpretación de las propias fuerzas, las fortalezas se expresan como debilidades y viceversa, porque en política la lectura del propio campo es la que observa la contraparte y la fortaleza o debilidad ideológica es lo que le interesa determinar a los enemigos de los pueblos para dar el zarpazo, y detener la soberanía popular como procedimiento.
Con el juicio universal que hizo el presidente Chávez a las FARC-EP, ya avalado por el presidente Correa, lo que puso en discusión fue su propia fuerza ideológica como estratega del socialismo del siglo XXI. Por ello, es sumamente importante acercarnos al debate ideológico de fondo para contrarrestar el embate de la derecha a nivel mundial y defender el acumulado histórico, que colocaba el camino colombiano a los ojos de los hombres bien intencionados y lo nuevos entusiastas de la revolución, que hasta hace poco se estaban enterando, del estandarte paradigmático que representaba la lucha del pueblo colombiano, como ningún otro pueblo, y a pesar de las nada favorables condiciones mundiales, mantuvo inalterable el sueño de la revolución socialista, soportando la macartización y satanización orquestada por el imperio genocida en contubernio con los cipayos colombianos; y cualificando la confrontación directa con el imperio con opción estratégica victoriosa. Cabe destacar que Mientras en el discurso de la izquierda tradicional y reformista mundial se daba la desbandada y el corrimiento ideológico hacia la derecha, en épocas de la implosión de la URSS se comía el cuento de la derrota de las ideologías y el fin de la historia; en Colombia se combatía en distintas formas al capitalismo como proyecto para los pueblos.Los nuevos estertores en el campo popular.
El respeto y admiración al presidente Chávez ganada en el pueblo colombiano incluyendo al movimientos insurgente, por su aporte gigantesco al socialismo, obliga a digerir sin afanes la nueva batalla ideológica con mayores niveles de juicio, que restablezca la sindéresis ante el desate de las pasiones triunfalistas del fascismo y la confusión causada en la base revolucionaria, que ha sostenido una confrontación ideológica profunda con todos los agentes del establecimiento y que hoy nuevamente se obliga a parapetarse para defenderse en primera instancia de las embestidas de los emisarios del establecimiento, empotrados en los sectores avanzados como el PDA, Polo Democrático Alternativo, y la delirante mas media al servicio del régimen, que azuzan la entrega de banderas a cambio de nada y pretenden desmoralizar a los guerrilleros a los que paradójicamente describen como Chavístas, comunistas, totalitarios, dinosaurios fuera de moda, y responsables de la guerra; ¡vaya coincidencia¡ mientras reciben las jugosas prebendas del sistema y los imperios. Lo más complicado, no son los enemigos de clase muy bien reconocidos por el pueblo conciente, sino el daño que hace a la conciencia popular el papel de destrucción que cumplen los decenas de émulos seudo revolucionarios que repiten el prototipo de libreto desarrollado por la CIA con el agente, Teodoro Petkoff en Venezuela, bajo la sigla del MAS, movimiento al socialismo, para dividir a la causa popular. Papelón en que sobresalen repugnantes personajes como Petro, Lucho Garzón, entre otros, y el ala de derecha del PDA, dedicados únicamente a servirle a la derecha desde la izquierda, como sanguijuelas incrustadas en el sector alternativo a como de lugar, porque en la derecha los vituperan como personajillos de cuarta categoría; quienes compensan su carencia de bases sociales y trabajo popular, con el apadrinamiento de la gran prensa y con los recientes estímulos, procuran desplazar a Carlos Gaviria, como presidente de la colectividad y birlarle el derecho a ser candidato a la presidencia; porque según ellos, con sus veleidades intelectuales, está más cerca a la izquierda, favoreciendo la negociación política con las FARC-EP; aspecto que políticamente no soportan por el costo que implica para ellos como individuos desaparecer del lado de campo popular y aparecer en el sector al cual siempre le han servido: Al capital y a la derecha doctrinaria. El patético espectáculo del señor Luís Garzón, ex alcalde de Bogotá y sus escuálidos aliados, especialista en tramoyas y traiciones anda acucioso dizque armando alianzas a nombre de un partido del cual no recibió mandato alguno; con el peor de los neoliberales: El agazapado Uribista Cesar Gaviria, ex presidente de Colombia y probado agente del imperio dizque para hacer unidad para remplazar a Uribe, seguramente, ellos serán la reencarnación misma de Uribe III. ¿Qué se puede esperar de un provocador que no soporta ninguna unidad con la izquierda y le repugna el proceso Venezolano? Era de esperarse que el establecimiento colombiano haya tomado las palabras del presidente Chávez como un parte de victoria estratégico, mientras un nuevo apretón de manos con el presidente Chávez estará a la vista, sin que por supuesto, el plan de asesinarle salga de la agenda.La soledad inocultable, pero sin olvido.
Entretanto, en el fuero interno de los demócratas y revolucionarios nacidos en esta caricatura de país soportamos sentimientos de desnudez, de frió mortuorio; tal vez, el frió que se siente cuando la soledad sólo está acompañada por la soledad; llegan a la memoria in so facto la imagen de los rostros de los muertos que nunca mueren, como mecanismo de defensa para impedir que sean olvidados por quienes nunca los conocieron. Tal acto inconciente, se convierte en el refugio de nuestras propias luchas, de nuestra propia existencia, de nuestra poca entendida historia. Recuerdos amorosos de Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, José Antequera, Raúl Reyes, Álvaro Fayad, Iván Ríos, Pedro Luís Valencia, Oscar William Calvo, Jaime Bateman, Carlos Pizarro, Octavio Vargas Cuellar, Leonardo Posada, Miller Chacón entre Miles de hombres y mujeres generosos, todos asesinados fuera de combate en la búsqueda de la paz; llegan como aroma de jazmín que tranquiliza el alma para decirnos mientras estén en nuestros pensamientos, que el deber es seguir luchando para triunfar a costa de todos los sacrificios, infortunios y dificultades que sean necesarios: “ La revolución es algo que se lleva en el alma, no en la boca para vivir de ella” como lo sostenía el CHE.
Paradójicamente sus crímenes fueron cometidos en épocas paralelas, en que el comandante Chávez era un militar inquieto y rebelde que intentaba tomarse el gobierno para realizar sus sueños humanistas y Bolivarianos, con la salvedad que corrió con mejor suerte, nadie lo asesinó. Ese mismo intento de rebeldía cometido en Colombia le hubiese significado su muerte indefectiblemente a menos que se hubiese enguerrillado. Quien comprende a Marx y lo asume como suyo entiende el mundo en forma elemental sintetiza que la complejidad social capitalista en que vivimos está relacionada con las contradicciones no resueltas dentro de la formación económica existente, que sin duda alguna, la lucha entre el capital y el trabajo es la fundamental: uno miles de poderosos escuálidos explotadores contra millones de seres humanos explotados; mantienen irresoluta estas relaciones de injusticias irracional; que generan inestabilidad global estabilizada artificialmente por la fuerza y militarización del globo provocando altísimos niveles de tensión social, que convierten a la tierra en un lugar inhabitable como lo plantea Fidel castro, si no se aplican con urgencia medicinas socialistas. Pero así es el sionismo corporativista mundial, que le juegan a la destrucción de la naturaleza y la inestabilidad de la vida en el planeta. Así de simple, colegimos que las leyes hegemónicas de la aventura neoliberal y neoconservadora capitalista parodiando a los demócratas y republicanos norteamericanos, seguirán imponiendo sus garras para quitarle protagonismo a los pueblos que buscan su autodeterminación, favoreciendo los privilegios y el status quo mundial. Mientras no cambie la correlación entre centro y periferia tampoco habrá campo de maniobra para las terceras “vías” que incomoden u obliguen a flexibilizar el dominio corporativista mundial. Intentar negociar el antagonismo de clases y privilegiarlo por acuerdos contra natura a favor de la conciliación, no cambiará la lectura que hace el imperialismo y el capitalismo global para impedir precisamente la movilidad social y los avances de los pueblos. En las actuales relaciones de poder global, cualquier concesión a los dueños del capital implica el riesgo de capitular el proyecto de las grandes transformaciones, porque del campo de las pequeñas reformas, se encargan ellos. Las oligarquías en la tierra, bajo el derecho “divino” seguirán imponiendo sus privilegios por encima de las leyes naturales y la esperanza de millones de seres humanos. Por ello la guerra desde su perspectiva es necesaria para mantener dichos privilegios contra cualquier gobierno de la periferia progresista; mientras que las luchas emancipatorias y liberalizadoras serán satanizadas y puestas fuera de moda, nunca han estado de moda, en tal sentido a sus promotores hay que enderezarlos o extirparlos de la faz de la tierra como algo natural y necesario, convalidado éticamente por la ética de la alineación , de la sumisión, de la obediencia, de la mentira: la ética de la moral burguesa e imperial, donde los hombres tienen dos opciones naturales y obligatorias: Ser de primera o tercera clase. Por ello las motivaciones para sugerir que las FARC-EP asuman el rol moderno en un mundo premoderno, no son consecuentes con los ideales revolucionarios, y son como una especie de muro que se anteponen a los sueños. Cuando más hacía falta la solidaridad revolucionaria, el pueblo colombiano continúa al lado de un hormiguero de criminales. Se pensaba que la revolución colombiana iba a dar un salto cualitativo hacia el logro de nuevas metas y nuevos apoyos que le ahorraran miles de nuevos muertos, en la necesidad de contrarrestar las balas asesinas disparadas desde el aire, sin las cuales la oligarquía y el imperio tendría al movimiento insurgente en las calles de las grandes ciudades preparando las batallas finales por la conquista de su dignidad como nación; la historia nos da una nueva lección que abra que asimilar con grandeza. Por lo que conocemos a nuestro pueblo emulando al legendario Manuel Marulanda Vélez, el pueblo alzado en armas no cejara en su esfuerzo por la toma del poder por las vías que sean, a menos que las razones que lo sustentan dejaren de existir. Porque el pueblo colombiana lleva 150 años clamando por la paz Esos serán otros tiempos.